La periodontitis (inflamación de los tejidos periodontales) es una enfermedad multifactorial. El hábito de fumar es uno de los principales factores de riesgo para la aparición y desarrollo de la periodontitis. El tabaquismo también altera, de forma muy significativa, la respuesta de los tejidos periodontales a los tratamientos, tanto quirúrgicos como no quirúrgicos.
En Odontología, el tabaco es responsable, entre otros efectos adversos, de la enfermedad periodontal y del cáncer oral. Los primeros efectos del tabaco sobre los tejidos periodontales son la recesión gingival y la hiperplasia epitelial. El tabaquismo se asocia con un aumento en la susceptibilidad a sufrir enfermedad periodontal, debido a que favorece que los fumadores presenten mayores niveles de bacterias patógenas en los tejidos periodontales, a la vez que se ve disminuída la respuesta de la encía frente al ataque bacteriano.
La recesión gingival se produce por una disminución del flujo sanguíneo a los tejidos periodontales. En pacientes fumadores es frecuente observar encías más blanquecinas o que no sangren, debido al efecto vasoconstrictor de la nicotina. Este hecho hace desaparecer uno de los principales signos de alerta de la presencia de periodontitis y, por lo tanto, el diagnóstico de la enfermedad periodontal se hace de forma más tardía, reduciendo así las posibilidades de éxito del tratamiento odontológico.
Otro efecto del tabaquismo es la pérdida ósea a nivel oral, diagnosticada tras realizar las pertinentes radiografías intraorales, que conlleva la retracción de encías y movilidad de los dientes, llegando incluso a sufrir pérdidas dentales si esos defectos óseos son importantes.
Las leucoplasias son lesiones blancas precancerosas en la mucosa oral, que no se desprenden al raspado, que son hasta 6 veces más frecuentes en pacientes fumadores. Una vez el paciente cesa de fumar, suelen remitir en un tiempo. Se producen por el aumento de varios mediadores inflamatorios (interleucina-1 y prostaglandina E2).
El hábito de fumar también afecta de forma negativa en la cicatrización después de los tratamientos quirúrgicos, y además la respuesta clínica obtenida tras el tratamiento periodontal en pacientes fumadores es menor que en pacientes no fumadores (incluyendo raspado y alisado radicular, terapia antimicrobiana, cirugía periodontal y mantenimiento periodontal).
El principal objetivo es que el paciente fumador abandone el hábito del tabaquismo. Se ha demostrado que tras dejar de fumar, aproximadamente en 4 o 6 semanas, se recupera la revascularización de las encías, mejora la respuesta a los tratamientos periodontales y disminuye de forma progresiva la aparición de otros problemas asociados.
En el paciente fumador, se debe insistir en la importancia de realizar revisiones de las encías de forma más frecuente, aconsejar el cepillado dental tres veces al día y el uso de seda dental de forma frecuente para eliminar la placa bacteriana. Tenemos la obligación de informar a los pacientes fumadores de todos los riesgos que conlleva el tabaco y advertir de la disminución de la eficacia de los tratamientos periodontales.