Mi hijo se chupa el dedo y muerde el lápiz, ¿puede ser malo para sus dientes?
A menudo escuchamos que “mi hijo tiene la costumbre de chuparse el dedo y de morder diferentes objetos continuamente”. ¿Puede este mal hábito ocasionar daños en la dentadura de los niños?
En primer lugar, hay que dejar claro que la succión del dedo es un mal hábito frecuente en los primeros años de vida de los niños. Hasta los 2 años este patrón de comportamiento es normal y no provoca daños en la dentición de los niños. A partir de los 2 años y hasta los 5 los daños que se pueden provocar varían en función del tiempo y de la intensidad de la succión y, a partir de los 5 años en adelante, este hábito es muy perjudicial para la salud bucodental. En estos casos, pueden producirse daños en la mandíbula y en el paladar, que puede deprimirse aumentando el espacio intraoral, dejando una mordida abierta y la protrusión de los incisivos superiores o de los caninos y retrusión de los inferiores. Como consecuencia, el niño necesitará en el futuro correctores bucales y aparatología para solucionar el problema.
Por otro lado, tanto la succión del dedo como de otros objetos como juguetes, en su edad más temprana, o bolígrafos y lápices en la adolescencia, es una fuente de bacterias que pueden producir toda clase de infecciones. En un bolígrafo, por ejemplo, puede haber más de 700 especies distintas de bacterias que, al ser introducidas en la boca, pueden ser una vía de contagio de enfermedades.
Un juguete o un bolígrafo circula de mano en mano, puede caer al suelo, acumular polvo y ácaros. Es por esto que puede convertirse en un foco de bacterias, además de representar un gran peligro por asfixia si se le separan partes pequeñas como el capuchón de un boli y de intoxicación por la tinta. Morder bolígrafos produce mordidas abiertas y maloclusiones, además de un gran riesgo de que los dientes se rompan o se astillen de manera leve o con fracturas importantes cuando se produce de forma frecuente y obsesiva. Para corregirlo, los profesionales odontólogos recomendamos aparatos y ortodoncias. Este mal hábito compromete gravemente la salud del diente, pudiendo también afectar al nervio.
Por último, hablemos de la costumbre de comerse las uñas. Es la onicofagia, un hábito frecuente en niños en edad escolar que puede continuar en el tiempo de forma viciosa. Al morderse las uñas en los dientes pueden producirse maloclusiones, erosiones, astillamiento e incluso un cambio en la posición correcta de las piezas dentales.
Además, también pueden producirse infecciones a causa de los gérmenes que se pueden albergar bajo las uñas.
Debemos ser conscientes de que un mal hábito repetido durante mucho tiempo puede causarnos serios problemas en nuestra salud bucal. Un cuidado preventivo de nuestras piezas dentales evitará que en el futuro podamos tener complicaciones en nuestra visita al odontólogo.